Mi profesora de primer año en la carrera ya lo adelantaba: «El árabe es una lengua muy rica en matices, pero muy pu-ñe-te-e-e-era». Así lo afirmaba entre risitas mientras le hacía la vida imposible a muchos de mis compañeros de clase. Y la verdad es que a la mujer, razón no le faltaba.
Que el árabe es una lengua completísima, y por ende complicada, es algo que el alumno puede intuir desde el principio. En mi opinión, lo difícil del vocabulario árabe reside principalmente en lo específico de su significado, y en su polisemia. Ambas son complicaciones que empiezan por hacerte gracia, para luego causarte una frustración extrema, y acabar enseñándote que tienes dos opciones: o tomártelo con filosofía, o cortarte las venas.
Aún recuerdo aquella traducción en la que encontré la palabra عرق. No hice distinciones, la traté como a las otras 2598 palabras que no entendía de esa carilla: me encomendé a Federico Corriente, y la consulté en el diccionario.
Once acepciones, y sin demasiado que ver la una con la otra. Sí, es cierto que el resultado es cuanto menos abrumador, pero que no cunda el pánico (al menos de momento): muchas de estas acepciones surgen de la utilización de esta palabra en textos clásicos de la literatura árabe. Actualmente, su alcance semántico se ha visto reducido, y este término casi siempre hace referencia al concepto de “etnia” o “raza”.
Algo parecido ocurre con otros muchos verbos en árabe, que además de acepciones comunes, actuales y por todos conocidas, en otro tiempo designaron otro tipo de acciones, más concretas y desde luego no tan modernas. Según Corriente, اعتسم significa: 1. Conseguir; 2. Conceder su deseo; 3. Llevar zapatos viejos, mientras عَرَقَ además de “marcharse, partir, irse” designaba la costumbre de algunos pastores de “ponerle un doble refuerzo al zurrón”.
1. Conocimiento, contacto; 2. Promesa, pacto, juramento; 3. Era, época; 4. Cumplimiento. Todas ellas son acepciones de un mismo término: عهد. ¿Cómo decantarse por una o por otra?
Hasta aquí bien, pero ¿y si una palabra cuenta con dos acepciones que cuadran a la perfección en el mismo contexto?
Por ejemplo, ¿quién es el مدّع en un contexto jurídico? ¿El “demandante”, el “querellante”, el “denunciante”, o incluso el “fiscal”? En un artículo de economía nos encontramos con cualquiera de los derivados de la raíz وفّر , que puede significar: 1. Ahorrar, economizar; 2. Proveer, suministrar, ¿Qué hacemos si el contexto no es lo suficientemente preciso como para permitirnos descartar alguna de las dos?
Pero si algo tiene el árabe, son palabras y expresiones únicas en las que su belleza solo se puede comparar con su hijoputismo extremo. Este es el caso de la palabra وجد :
Para todos los que también hayáis sufrido y disfrutado con casos de polisemia en árabe, o simplemente queráis compartir vuestras impresiones sobre el tema, estamos deseando leer vuestros comentarios, así que ¡no seáis tímidos!
12 Comments
[…] que usamos a diario y cuyo significado literal no nos paramos a pensar. El árabe es una lengua semánticamente muy rica, y con poco que se rasque se encuentran curiosidades muy agradables. A continuación van unas […]
Oportuna la elección de la palabra ” عرق ” a la que todavía le falta la acepción de licor de anís (Abus Ilyás conoce el producto seguramente :). Un artículo de Wikipedia sostiene, con la frescura característica de dicho medio: “La palabra viene del árabe araq que significa “jugo” o “sudor”: http://es.wikipedia.org/wiki/Arak_(Bebida) 🙂
Sobre el uso del epíteto p#######ero/a aplicado a algo que en realidad se aprecia, recuerdo un pasaje del Quijote (segunda parte, capítulo XIII) donde se usa el término “hideputa” como elogio, ante el desconcierto de Sancho: “aquello que parece vituperio, en aquel término, es alabanza notable”.
Fe de erratas de teclado: donde dice “Abus Ilyás” debe decir “Abu Ilyás”.
Es que “sudor, aguardiente” no es en realidad una acepción de عِرق, Pablo, sino una palabra distinta (عَرَق), y como tal figura en el diccionario, en una entrada aparte. En cuanto a la primera, y contradiciendo a Ana, yo diría que Corriente refleja bastante bien la frecuencia de las acepciones, siendo las más básicas y habituales las de ‘vena’ y ‘raíz’ (de las que se deriva, aparentemente, ‘raza’ y el resto).
Yo personalmente no puedo saber si aquella profesora quería darle a “puñetera” el sentido ponderativo con que, según el DRAE, se utilizaba también (que no siempre, como sucede hoy) el antiguo “hideputa”. Lo que sí sé, por experiencia, es que muchos profesores gustan de ponderar, de algún modo, lo “molesto, fastidioso y cargante” que es el árabe. A mí se me ocurren varias razones, pero ninguna didáctica.
En su defensa hemos de decir que en realidad era profesora de otra lengua de Oriente Medio que sí le apasionaba, que su especialidad es la política internacional y no la lengua, y que estaba dando árabe de rebote, por estos ajustes horarios que se hacen en la universidad.
Todo un rebote, sí señor.
Cómo le gusta a la Iriarte el وجد… jajajajajaja, desde primero de carrera nada te fascinó tanto. Muy buena entrada, ¡a seguir así!
Una recomendación y un par de observaciones. La recomendación es una otra titulada The Semantics of Form in Arabic in the Mirror of European Languages (1987), en la que su autor, David Justice, desgrana varios mitos acerca del árabe que, por desgracia, no parecen perder fuerza.
Y las observaciones: 1. Que a un profesor la lengua que enseña le parezca “muy pu-ñe-te-e-e-ra” da que pensar: no en cómo es el árabe según ese profesor, sino en cómo son algunos profesores a juzgar por la opinión que tienen del árabe; y 2. (o “consejo nº1 bis”) Emplea (también) diccionarios árabe-árabe. En el mejor de los casos entenderás lo mismo que entienden (o no) los nativos que recurren a ellos ante un término difícil, que son los que uno busca en un diccionario, a menos, y éste es el peor de los casos, que tu nivel no te permita aún entender ni las definiciones en árabe, con lo que descubrirás al instante que estás traduciendo textos muy por encima de tus posibilidades. No sé si me explico.
¡Muchas gracias por tu aportación Abu Ilyás!
La verdad es que no puedo estar más de acuerdo contigo, tanto en tus opiniones personales como en tus recomendaciones académicas. Has sacado a colación algo importantísimo que yo olvidé mencionar en el post: la consulta de recursos monolingües a los que cualquier árabe en apuros con su lengua (y hay más de los que nos pensamos) recurriría.
Por mi experiencia personal, recomiendo los diccionarios monolingües “ألمنجد”, que en ciertas ediciones viene con una mini-enciclopedia ilustrada al final (concisa pero muy útil), y por supuesto لسان العرب y القاموس المحيط. Podéis realizar búsquedas online en estos dos últimos aquí.
Para estudiantes es muy recomendable el diccionario de la ALECSO, المعجم العربي الأساسي, publicado por Larousse (1989).
Incluye información enciclopédica básica (personajes, autores, lugares, etc.) y un apéndice gramatical y ortográfico muy práctico.
M Á Q U I N A S ! ! !
Me encanta el post y el blog, qué razón tiene tu profe con eso de puñetera… pero cómo nos gusta! Seguid así pequeños calamares 🙂
¡Gracias corazón! No te cortes en proponer que destripemos algún poema o alguna canción que te guste, ya sabes que siempre es un placer 😀