Tras siglos de evolución, la frescura y creatividad de la caligrafía árabe parecían haber decaído. Una vez asentados unos cánones clásicos y muy respetados la innovación se había ralentizado, nada realmente nuevo apareceía. El arte caligráfico que se producía era delicado, exquisito, pero predecible. Sin embargo, a la caligrafía árabe aún le quedaba por vivir una renovación y una revitalización sin precedentes, con las que entraría de lleno en la modernidad. Curiosamente, los artífices de este cambio no fueron árabes. […]